ENERGÍA VITAL EN LA VIVIENDA PROYECTADA POR MARTA GONZÁLEZ

Esta vivienda unifamiliar en las afueras de Madrid refleja el máximo purismo de la arquitectura contemporánea: formas limpias y rotundas que interpretan el espacio con un máximo aprovechamiento de los recursos naturales.

El salón, abierto al porche a través de una cristalera en forma de L, linda con el patio central que distribuye los ambientes públicos de la casa. El pavimento continuo de piedra de basalto negra destaca el protagonismo de un sofá blanco con chaise longue, de Sancal, adquirido en Muebles Evelio. Dos mesas auxiliares de cristal cierran la zona de tertulia.

Depurado diseño y aprovechamiento de los recursos energéticos son un todo indisociable en esta vivienda unifamiliar madrileña, proyectada bajo criterios bioclimáticos por la arquitecta Marta González, con la colaboración de su colega Eva Rodríguez. El interior, dividido en dos plantas y un sótano, se desarrolla alrededor de un patio central acristalado.

Este elemento, que aporta luz a la casa y agiliza su distribución, organizada como un circuito circular en torno a él, acoge y comunica los ambientes comunes. Una pasarela en madera de ipe sobre un estanque conduce a la entrada, concebida exteriormente como una estructura cúbica. La arquitecta dividió el nivel de calle en dos áreas: una pública, situada a la derecha –con el salón, el despacho, el comedor y la cocina– y circundando el patio, y otra más privada, que alberga un dormitorio de invitados y un baño de cortesía.

La escalera que comunica con el piso superior se ubica a un lado del patio. La arquitecta suavizó su peso visual con un diseño ultraligero de peldaños volados –sin contrahuellas– realizados en piedra de basalto negra, a juego con el pavimento continuo de esta planta. La última altura de la casa agrupa la zona de descanso, formada por el dormitorio principal, planteado a modo de suite, incluido vestidor, y dos cuartos infantiles con sus respectivos baños. El salón, centro vital de la casa, fue proyectado a doble altura y se prolonga en un porche cubierto con lamas orientables motorizadas en forma de ala de avión que permiten un mayor aprovechamiento del sol.

Marta González utilizó los dos niveles del salón para hacer una pasarela en la entreplanta que acoge la biblioteca y a la que se accede por una escalera de caracol. Este “puente” volado se eleva sobre la sala sin obstaculizar la entrada de luz en la habitación.

La arquitecta explotó los recursos de energía natural con paneles solares en la cubierta que generan la energía térmica de toda la casa. Además, instaló calefacción por suelo radiante, un sistema que no precisa radiadores y es menos contaminante que el convencional.

La decoración incide en la sencillez de los diseños y en la calidad de los acabados para subrayar el protagonismo del espacio.